“Señor, Dios nuestro, concédenos confiar en tus alas protectoras. Protégenos bajo ellas y llévanos. Nos llevarás como a niños pequeños, incluso hasta nuestra edad de cabezas grises nos llevarás todavía. Cuando Tú eres nuestra fuerte seguridad, eso sí que es fuerza. Pero cuando nuestra seguridad está en nosotros mismos, eso no es más que debilidad. Nuestro bien permanece siempre bajo tu custodia, pero al desviar nuestros pasos de ti nos hemos vuelto perversos. Haz que volvamos a ti, Señor, para que no nos desviemos. Inmaculado, nuestro bien permanece contigo, pues tú mismo eres nuestro bien. No debemos temer no volver a encontrar un hogar porque nos hayamos alejado de él; mientras estamos ausentes nuestro hogar no cae en ruinas, pues nuestro hogar es tu eternidad.”
San Agustín, Confesiones
fuente: Hallow App

